Los ecos del pasado aún siguen gritándome... Haciéndome recordar todo aquello que en algún momento sentí, aquello que viví con ilusión y todos los errores que cometí...
Los recuerdos se apoderan de mi mente y traen consigo aquellas fantasías de niños, aquellos juegos infantiles, todas las risas, todas las lágrimas...
Pero los fantasmas del pasado son tan sólo sombras difusas, se apoderan de mi mente y de mi vida pero no se dejan ver con claridad; se desvanecen en la memoria donde algunos permanecerán encerrados para siempre, esperando anhelantes ser rescatados... Otros en cambio volarán a lomos de la infancia y la inocencia que un día perdí...
Juventud, divino tesoro,
ya te vas para no volver...
(Rubén Darío)
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