Otro días que Alice pasó por aquí -> click

Aun recuerdo el día en que la conocí. Paseaba por la calle a toda prisa como si sus pies no tocaran el suelo. Posaba sus ojos aquí y allá mirando detalladamente absolutamente todo pero en su mirada notabas que estaba miles de kilómetros, como si su mente estuviese vagando por los lugares más recónditos del universo mientras su cuerpo se paraba a descansar en aquel lugar.

Jamás olvidaré esos ojos, sus ojos. La expresión siempre ausente, la mirada dulce y serena, la sonrisa inspiradora de confianza... Y aquel primer consejo que me dio.

- No, me niego a intentarlo si quiera.
- No puedes negarte - me dijo en tono lastimero - eso no estaría bien.
La miré a los ojos directamente, me perdí en su ingenuidad y por un momento deseé volver a ese momento de la vida en que todo es fácil, en que no hay preocupaciones... Aquella infancia en la que ella vivía constantemente, inmutable.
- El mundo no está hecho para las personas como yo, Alice. Somos demasiado frágiles. Si vas a quedarte aquí, deberás entenderlo cuanto antes.
- Mientes - se levantó con brusquedad parándose frente a mi con ojos amenazadores - es cierto que este mundo me es muy extraño, que tal vez no encaje nunca pero, mientras esté aquí voy a ayudar a la gente como tú.
- Alice...
Me cortó antes de que pudiera replicar.
- Calla. Ahora vas a escucharme - menuda niña más testadura - por muy mal que vayan las cosas, por muy frágil que creas ser, nunca, bajo ningún concepto, debes cansarte de intentar. Prometemelo.

Tras esas palabras no pude hacer otra cosa que asegurar que cumpliría mi promesa y tal vez gracias a eso hoy sigo aquí, intentando por todos los medios ser feliz.


Os dejo mi nuevo con la novela que estoy escribiendo, un beso. click