Porque las palabras también destruyen.

Te enfadas y por un momento dejas de pensar y es entonces cuando estallas. Cuando ya no piensas en el daño que puedes causar con tus palabras, cuando te da lo mismo lo que les provoque a los demás o las consecuencias que te pueden traer. Simplemente explotas y sueltas todo lo que en algún momento pensaste y por respeto no dijiste; y todo porque te dejas llevar y no piensas antes de hablar.
Este problema lo hemos tenido todos alguna vez (yo misma me incluyo) y es que no nos damos cuenta de que las palabras también destruyen, tal vez incluso más que un golpe; porque las heridas físicas se curan pero las del corazón o la mente... Tan sólo el tiempo puede curarlas (y eso a veces es esperar demasiado).
Pero hoy hablo además de esas personas que siempre actuan antes de pensar, que hablan sin pararse a mirar en lo que pueden causar porque simplemente no les importa. De esas personas que miran por su propio beneficio y les da igual si otras personas se pueden sentir ofendidas o no, de esas que con su chulería se creen los dueños del mundo cuando no lo son pero como su ego es mucho más grande que todo eso (y me repito) les da lo mismo.
De esas personas con la que hay que saberse controlar para no bajarse a su nivel y decir (o hacer) cosas indebidas. De esas personas que hablan sin saber, que opinan sin dar razones lógicas (simplemente por imponerse a los demás). De esas personas que me sacan de quicio.
Porque no se dan cuenta de lo que las palabras pueden llegar a hacer, de lo que pueden destruir. Porque, sí, las palabras también destruyen.